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jueves, 25 de febrero de 2010

La tiranía de la sonrisa.

Hay algunas personas para las que la sonrisa es su carta de presentación. Creo que detrás de todas esas sonrisas congeladas -aun en los peores monentos- se esconde una menlancolía culerísima. Desconfío de esas personas.
Iba caminando en mi mercado favorito y una amiga de mi madre me miró, yo hice como que no la vi, no me gusta salurdar a ese tipo de personas que ma hará preguntas incomodas que no quiero contestar, porque no le importa y porque en realidad no querrá escuchar lo que tengo que decir y aunque lo hiciera me va a decir que son tonterias; ¿cómo estás?, ¿cómo te va en la escuela?, ¿ tu mami como está?, ¿ya estás trabajando?...etc.
Una semana después mi madre me dice que "alguien" me vio en el mercado y que le comentó que yo iba muy enojada porque tenía el ceño fruncido -me da risa la palabra-. Mi madre le comentó que así lo tengo, no es que esté enojada. Es real, así lo he hecho desde pequeña, porque el sol me da en la cara, cuando dudo, cuando leo y claro que cuando me enojo también.
Esa mujer que criticó mi ceño es una cristiana evangélica que cree que ya se ganó la gracia del señor por sus sacrificios, sus cantos los domingos en la alabanza y como ya tiene más de 50 ya se validó para poderle decir al mundo sus errores, vaya esta mujer está en un metanivel.
Esas personas deben demostrarle al mundo que están benditas, que el señor las tocó y su espíritu es pura paz, su vida es feliz y flotan sobre los demás mortales de ceño fruncido a los que deben de pastorear para que regresen al rebaño.
Me cago en su rebaño y si pudiera me cagaba en su sonrisa homogeinizadora.
No toda la gente necesita andar compensando a través de una sonrisa, habemos quienes vamos muy sumergidos en los pensamientos y la cara sólo está "relajada"-jajajajajaja- habemos los que reservamos la sonrisa para un momento de sinceridad y no tenemos miedo de -bueno poquito- permitirnos transparencia". Inclusive no tiene que pasar algo malo para no sonreir.
Si fuera un deber sonreír Dios nos hubiera hecho con la cara estirada y los dientes de fuera.
La sonrisa es un regalo que se hace para uno mismo y para los demás, es aprobación, es un pedacito de luz que puede entrar al cambiar nuestro gesto.Pero aun así me niego a responder con una sonrisa que me hace esclava de esa tendencia a sonreir por cualquier puta cosa.
Prefiero sonreirle a una calabaza, un pan, una pelota que a un tirano de la sonrisa.

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