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sábado, 13 de junio de 2009

Mi madre capitalista

Hace mucho, cuando vivía en el callejón Madero y calle B, ví una película que me impactó. Se trataba de Citizen X; un pedófilo que mató a muchos menores en la URSS (porque sí se acuerdan que había un país grandote que así se llamaba y que siempre eran los malos en las películas gringas) al que no podían identificar por unos problemas con el ADN.

Si mi memoria no me falla hubo una entrevista en la que una persona solicitaba tener otro carro, otro departamento, o no sé qué cosa pero el chiste era que tenía que pedir autorización.

Claro que todo eso a mí se me hacía raro, pues donde yo vivo no hay que preguntar nada, sólo se necesita el dinero y el deseo par adquirir cualquier cosa ("cualquier cosa" puede ir desde un borrador en forma de hello kitty hasta la dignidad humana)
Le pregunté a mi madre (en aquél entonces era la fuente de sabiduría) y empezó el cuestionario.

G: ¿Por qué tienen que pedir permiso?
M:Porque son socialistas.
G: ¿Qué es un socialista?
M: Una persona que vive en un país socialista.
G: ¿Y es malo?
M: Pues sí. Imaginate vivir en un país donde todos tienen que tener lo mismo; si quieres comprar un carro tienes que pedir permiso, no puedes comprarte la ropa que sea, no puedes tener la casa que quieres, todos son pobres, no hay gente rica, porque todo es para todos.

...

vuelvo a preguntar varios años después: ¿Y ESO ES MALO????

miércoles, 3 de junio de 2009

evaluación

Este es mi tercer día con dolor de panza.
El médico me espera a las 2 de la tarde.
Creo que este dolor y muchos otros que en los últimos meses he padecido se debe a que desde diciembre soy consciente de mi cuerpo mortal. Se lee mamón pero es la verdad.
En la adolescencia pensaba que era inmortal porque nunca me he quebrado algo, nunca me ha salido sangre de la nariz, nunca me han operado y siempre viví como si solo tuviera cabeza, como si debajo de mi cuello no hubiera nada. Vivía flotando.
Ahora que ya estoy grandecita y después de un largo recorrido de excesos, en diciembre me diagnostican la diabetes y todo cambió. Fue en ese momento en que el peso de mi cuerpo me jaló y se hizo notar en un gran alarido que me cimbró toda.
Cómo fue posible que nunca me diera cuenta de que era mortal, falible, frágil, insignificante, como todos los demás. Qué me creí al suponer que la divinidad se depositaría en mi y me haría eterna. Pero con la suerte que he tenido hasta el nombre que llevo me hacía pensar en eso.
Gabriela: elegida de Dios.
Mi cabeza ya no flota en el mundo, mi cuerpo ya no es etéreo; soy una cosa grávida que necesita cuidados.
Qué feo es el dolor, lo bueno es que tarde o temprano se irá.

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